Gradiva – Vol. XI – n. 2 – 2022 – pp. 118-120

Desde siempre descreí de aquellas consignas “radicales” de ciertas ortodoxias psicoanalíticas acerca de una no relación esencial entre la práctica psicoanalítica y la prevención en salud mental. Ni siquiera la creí a propósito de los pacientes adultos, menos aún de los niños. Simplemente pensé que hacía falta un concepto psicoanalítico de prevención en lugar de limitarse a copiar el de los sanitalistas o el de otras corrientes psicológicas. En ese orden de cosas fue decisivo para mí el encuentro con la tajante distinción en la que insistió Winnicott entre salud y normalidad, distinción que también exigía ocuparse en construir un concepto psicoanalítico de salud, en lugar de limitarse a copiar entre los sanitalistas o el de otras disciplinas.

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